Tanto la educación especial como la educación ordinaria tienen sus propias ventajas y beneficios para los alumnos con discapacidad.
En la educación especial, se ofrecen apoyos personalizados como adaptaciones curriculares, materiales adaptados o tecnología asistida, se atiende a las necesidades individuales de cada alumno, con profesionales especializados y recursos adicionales, se promueve un entorno inclusivo que valora la diversidad, fomentando la comprensión, el respeto y la empatía hacia las diferencias.
En la especial, se aborda integralmente las necesidades educativas, emocionales y de desarrollo y se prepara a los estudiantes para la vida, desarrollando habilidades relevantes para su inclusión social y laboral, como el aprendizaje funcional, las habilidades sociales, la autonomía personal y la toma de decisión.
Por otro lado, la educación ordinaria proporciona acceso a un currículo común que promueve la igualdad de oportunidades, la interacción con compañeros de diferentes habilidades y experiencias, la ocasión para desarrollar habilidades sociales y la preparación para la integración en la sociedad y el mundo laboral.
La clave radica en ofrecer una educación que se adapte a las necesidades individuales, promoviendo el desarrollo de los estudiantes con discapacidad.
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